Entornos bibliotecarios de aprendizaje mediados por la neuroeducación
- Isabel Cristina Rojas Gallego

- 20 oct
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 20 oct
Como médica apasionada por las neurociencias me pregunto: ¿Qué pasaría si las bibliotecas se pensaran a sí mismas no solo como espacios de información, sino como ecosistemas para el aprendizaje profundo?
Conocer la forma en que aprende el cerebro nos permite comprender qué se requiere y cómo lo podemos facilitar...
Desde la neuroeducación sabemos que el aprendizaje significativo vincula las cortezas cerebrales: prefrontal cognitiva, cíngulo emocional, occipital visual y temporal con la memoria, generando procesos de interconexión que permiten un abordaje del aprendizaje desde los previos en la memoria, los sentidos y la
motivación para que cada información que recibimos sea transformada de forma segura y con sentido.
Basado en estos postulados y como docente universitaria es inevitable reflexionar sobre el papel de las bibliotecas en la academia; no solo como facilitadoras de acceso a la información, sino como entornos bibliotecarios de aprendizaje mediados por la neuroeducación que activan y potencian el cerebro que aprende.

3 elementos para construir entornos bibliotecarios de aprendizaje mediados por la neuroeducación
1. Bibliotecas como lugares de encuentro
La biblioteca debe asumirse como un espacio de conexión emocional, capaz de activar los estímulos que despiertan la curiosidad y cautivan al cerebro. Un lugar donde las neuronas espejo se encienden al interactuar con otros, generando empatía, sentido de comunidad y aprendizaje compartido
Así iniciamos nuestro ingreso a la biblioteca y nada hay mejor que encontrarte con esos ojos cómplices que te invitan a abrir esa gran puerta a los nuevos conocimientos...una gran sonrisa que te da la tranquilidad de estar en el lugar adecuado...en el momento presente en el aquí y ahora donde vas aprender y aprehender lo que tu buscas; es este el lenguaje corporal del personal de la biblioteca que posibilita explorar sin miedo al error tanto en los recursos físicos como en las diferentes bases de datos.
Las experiencias que activan la emoción positiva, el asombro o el interés genuino generan mayores conexiones neuronales. Por eso, las bibliotecas pueden ser laboratorios de emociones educativas desde una narración que conmueve, una conversación inesperada con un bibliotecario que escucha, o un rincón de lectura que invita al descanso y la contemplación. Estos momentos crean huellas duraderas en el cerebro.
2. Repensar la articulación y diseño de las bibliotecas
Al momento de repensar los espacios en las bibliotecas es importante tener claro las variadas formas de aprendizaje.
La experiencia significativa transcurre en espacios pensados y vinculantes con el silencio, la interacción, la creatividad, la narrativa, la lectura activa...un sin fin de formas para conectar el cerebro; donde la biblioteca facilita escenarios de encuentro para formar microentornos de aprendizaje de silencio, de clubes de lectura, talleres o proyectos colaborativos. En cada interacción significativa se fortalece el aprendizaje.
3. Neuro-sintonizarse con la experiencia de usuario
Comprender cómo aprende el cerebro es una puerta para innovar con sentido, para diseñar experiencias que dejen huella, y para acompañar a las personas no solo en lo que leen o consultan, sino en la forma en que se transforman mientras lo hacen.
Las bibliotecas pueden activar múltiples estímulos:
Olfatorios: Sutiles y significativos que refuercen la experiencia de los usuarios, conectando la memoria, la emoción y el bienestar. Así como muchas marcas tienen su propio olor, una biblioteca puede desarrollar su identidad olfativa, un aroma distintivo que evoque su propósito: aprendizaje, calma, innovación o comunidad. Esto también se relaciona con el marketing olfativo.
Visuales: Uno de los estímulos más poderosos en la experiencia del usuario dentro de una biblioteca pues influye directamente en la percepción, el estado emocional y la motivación para explorar los espacios. Aquí juegan un papel importante el diseño interior, los colores, la luz natural o artificial, la señalética y la decoración.
Actualmente muchas bibliotecas están incluyendo en sus espacios plantas naturales, texturas y materiales orgánicos.
Auditivos: A veces subestimado en las bibliotecas, pero puede transformar por completo la experiencia del usuario. El sonido —o su ausencia— tiene un efecto directo sobre la concentración, la calma, la empatía y la percepción del espacio. Incluir ambientes con música suave o zonas de trabajo con un índice mayor de ruido según sea necesario.
Táctiles: Es una de las vías más ricas para generar conexión emocional y sensorial en una biblioteca, porque el tacto activa la memoria, la curiosidad y el sentido de pertenencia. En un mundo tan digital, ofrecer experiencias táctiles auténticas puede hacer que la biblioteca se sienta más humana, cálida y memorable.
Esto se logra con mobiliarios ergonómicos que faciliten flexibilidad en las posturas a la hora de estudiar, así como con señalética en Braille para personas con discapacidades visuales.
Gustativo: Quizás el menos explorado en las bibliotecas, pero con un enorme potencial para conectar con la memoria emocional, el placer y la experiencia compartida. El gusto activa recuerdos, genera vínculos y puede convertir una visita en algo profundamente humano dejando un aprendizaje con huella mnésica lo que implica memoria de larga duración. Para ello que tal el olor a un buen café mientras estudias para un examen o haces un trabajo final.
Contar con una biblioteca que conecta y vincula a los seres humanos con sus estímulos a través de zonas de silencio, rincones de lectura creativa, elementos visuales inspiradores, materiales multisensoriales, acceso a la naturaleza - ventanas, plantas, luz natural- o un buen café están facilitando que el cerebro reorganice, consolide y conecte mejor la información. Se sintonice y restaure sus espacios permitiendo la desconexión del bombardeo constante de estímulos digitales y volver al ritmo propio del pensamiento reflexivo.
En el contexto de neuroeducación el bibliotecario debe cumplir roles como
Mediador neuroeducativo: con una mirada consciente puede convertirse en facilitador del aprendizaje significativo, cuidando las emociones de los usuarios, promoviendo experiencias que despierten la curiosidad, y acompañando sin juicio los procesos de búsqueda, ensayo y error.
Líder humanista que reconoce su capacidad transformadora en la academia y la sociedad cuidando el cerebro de quien aprende al interior de la biblioteca.
Innovador con sentido creativo diseñando experiencias que dejan huella para acompañar a las personas no solo en lo que leen o consultan, sino en lo que se transforman mientras lo hacen.
Porque al final, una biblioteca no es un lugar donde se guarda el saber.
Es un lugar donde el saber se enciende.
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