Por: Sabino Segura
Especialista en contenidos digitales
Las diversas definiciones de alfabetización informativa coinciden con el concepto de “habilidades blandas” (pensamiento crítico, solución de problemas y trabajo en equipo), muy valoradas por los encargados de reclutamiento para ocupar cargos gerenciales y directivos, ya que “formar a los profesionales para interactuar de forma efectiva con la información […] es un reto imprescindible en el marco de la implementación de programas de gestión del conocimiento.
Así, en diversos estudios que identifican las habilidades y capacidades de los trabajadores de la era del conocimiento, la competencia informacional se ha considerado una competencia básica para la competitividad de las organizaciones.” (Castillo Pérez et al., 2016).
¿Cómo se relacionan el liderazgo organizacional y la alfabetización informativa?
La discusión sobre competencias profesionales surge en el contexto de la psicología organizacional, que considera vital su gestión para la supervivencia de las organizaciones en un entorno de cambio constante. En los últimos años, diversos organismos internacionales del ámbito profesional y laboral - la Organización internacional del Trabajo (OIT), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la Asociación Científica de Economía y Dirección de Empresas (ACEDE), el Consejo de Normalización y Certificación de Competencia Laboral (CONOCER), entre muchos otros - han definido metodologías para la evaluación y certificación de las habilidades, actitudes y conocimientos necesarios para el desempeño óptimo de actividades laborales y profesionales (Díaz, 2008).
Actualmente, el enfoque basado en desarrollo de competencias ha colonizado el ámbito educativo en todos sus niveles, por lo que surge la inquietud relativa al papel que juegan las competencias informativas y el desarrollo de habilidades metacognitivas para consolidar procesos de auto aprendizaje permanentes y auto dirigidos. El término alfabetización informativa surge en 1974 en el contexto norteamericano dentro ciencias de la información. En un principio, define un conjunto de habilidades necesarias para trabajar en el sector servicios (Lau & Cortés, 2009).
Desde una perspectiva educativa, sobre todo circunscrita al terreno universitario, existen iniciativas previas para definir normas de alfabetización informativa desarrolladas en países anglosajones como Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos, dónde los órganos colegiados establecieron un conjunto de documentos que, desde finales de los años noventa del siglo XX, sirven como base para iniciativas posteriores.
La Association of College & Research Libraries (ACRL) de los Estados Unidos publica en 2000 Information Literacy Competency Standards for Higher Education: Standards, Perfor mance Indicators, and Outcomes, documento cuyo título enuncia de forma explícita el término “competencias” (ACRL, 2000). En concreto, la normativa existente considera tres elementos básicos que debe considerar todo programa de alfabetización informativa: acceso, evaluación y uso de información (Lau, 2007).
Las competencias informativas son un elemento transversal para el desarrollo de habilidades meta cognitivas mediante el uso estratégico de las fuentes de información. El profesional que domina dichas destrezas es capaz de gestionar con eficacia los medios necesarios para desempeñar sus actividades, tomar decisiones y desarrollar estrategias de comunicación para la coordinación efectiva de los equipos de trabajo.
Desde una perspectiva metodológica, considerando la implementación de un programa de alfabetización informacional en una organización, es importante identificar que los individuos y sus organizaciones tienen necesidad de usar información para resolver problemas profesionales y personales, pero no tienen los conocimientos y habilidades para usarla en contextos específicos (Fernández Valdés, 2008).
La alfabetización informacional, una vez interiorizada por el individuo, le permite establecer una dinámica de aprendizaje permanente que no se limita al contexto escolar, también se extiende a la práctica y el ejercicio profesional, mejorando el desempeño y la interacción con los miembros de la organización, así como aportando elementos para la toma de decisiones. Por tal motivo, la implementación de un programa para el desarrollo de habilidades informativas no se limita sólo a bibliotecas o instituciones educativas, también es pertinente para organizaciones empresariales y gubernamentales (Lau, 2007).
Basados en lo anterior, podemos concluir que las características propias de un entorno competitivo exigen que las organizaciones desarrollen en su talento humano temas relacionados a vigilancia tecnológica, gestión de conocimiento, analítica de datos y alfabetización informativa, ya que los programas académicos de la actualidad no consideran la incorporación transversal de estas actividades en el currículo.
Referencias
ACRL. (2000). Information Literacy Competency Standards for Higher Education [Other]. https://doi.org/http://hdl.handle.net/11213/7668
Castillo Pérez, Y., Reyes Arguelles, A., & Rodríguez Labaceno, I. (2016). Competencias informacionales. Breves reflexiones sobre el tema [Article]. Informational competence. Brief reflections on the subject., 95(4), 647-658.
Díaz, M. S. (2008). Breves comentarios teóricos sobre la evaluación, desarrollo y certificación de las competencias en información. A propósito de una revisión de la literatura [Article]. Brief theoretical comments on the evaluation, development and certification of information competences. Apropos of a literature review., 18(1), 1-20.
Lau, J. (2007). Directrices sobre desarrollo e habilidades informativas para el aprendizaje permanente. In (pp. 63): IFLA.
Lau, J., & Cortés, J. (2009). Habilidades informativas: convergencia entre ciencias de información y comunicación. (Spanish) [Article]. Part of a special issue: Mapping Media Education Policies in the World, 16(32), 21-30. https://doi.org/10.3916/c32-2009-02-001
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