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Edítate como si fueras un libro


Bibliotecólogo Mexicano - Project manager library

Director del Sistema Bibliotecario

Universidad Panamericana - México




No necesitas ser bibliotecario para amar los libros, puedes ser bibliófilo, bibliómano, o un amante de la lectura y las bibliotecas; aunque pensándolo bien, no todos los bibliotecarios necesariamente amamos los libros. Lo que si es cierto es que cada uno de nosotros, somos un libro en constante desarrollo, el cual en algunas ocasiones debemos darnos la oportunidad de leer y porque no, de vez en cuando, editar.


Este escrito para el blog #bibliotecoach está basado en un texto que publiqué en La Crónica de Hoy Jalisco en donde hago una reflexión sobre la importancia de reescribir nuestra propia historia; en donde se permiten tachones, borrones y hasta omisiones de algunos capítulos que no quieres incluir aunque los hayas vivido y escrito anteriormente.


Algunos dicen que la infoxicación es una de las enfermedades de la sociedad digital del siglo XXI; y hace referencia al exceso de información al que estamos expuestas las personas diariamente y a través especialmente de medios digitales como el internet o las redes sociales y que agobia, abruma y puede causar ansiedad u otras condiciones especialmente de salud mental si no se sabe gestionar esta gran cantidad de información. Además de provocar, caer en procesos de desinformación, desconcierto, fake news o ser víctima de la manipulación de corrientes sociales, políticas, religiosas.

El hablar de infoxicación también abarca “la información, el conocimiento y los contenidos” que tenemos de nosotros mismos, así como nuestra “lectura personal” y las formas en cómo interpretamos y nos interpreta el mundo. En donde la infoxicación en muchas ocasiones es con nosotros mismos. ¿No lo crees? Veámoslo con un ejemplo retórico, poético y personal.


Cuando nacemos somos un libro completamente en blanco, nuestros padres le ponen título al mismo a través de nuestros nombres, un subtítulo con nuestros apellidos y nos ayudan a escribir los primeros renglones de la vida.

Posteriormente, se van completando los primeros párrafos escritos con lo que dicta nuestra familia, la sociedad y la escuela a la que vamos, dando forma así de manera inconsciente al naciente sistema de creencias que nos regirá toda la vida, completando de esta forma las primeras páginas de nuestro libro.


Llegan días como hoy en los que hacemos una pausa en el camino y nos damos la oportunidad de voltear hacia atrás y hojear nuestro libro, vemos que es grande y grueso, vemos que hay páginas escritas con tinta de oro, reflejando grandes e icónicos momentos y otras páginas que pasaron muy rápido sin pena ni gloria.

Muchas de estas páginas están constituidas por ideas, pensamientos y hábitos los cuales con el paso del tiempo van tomando forma, madurando y consolidándose hasta volverse en “creencias o premisas”.


Pero, ¿y estas premisas? son la verdad absoluta. No nos preocupamos ni permitimos cuestionarlas, las dejamos estáticas, pensamos que vale la pena ir avanzando por la vida “creyendo” que nuestra verdad es la verdad y que las cosas son como son; sin tener en cuenta otros puntos de vista, opiniones o autorreflexión, sobre lo que pensamos, sentimos y actuamos.


Para comprender con más claridad este tema es necesario que definir



Desde la mirada de la lógica y la filosofía, las premisas son ideas preconcebidas que dan apoyo a un argumento para luego sacar conclusiones, y que estas conclusiones pueden ser verdaderas o no.


En la vida las premisas que van formándose, nutriéndose y creciendo conforme a los contextos, las personas que nos rodean, el paso del tiempo, entre otros factores, hasta llegar el punto de formar estructuras sólidas y rígidas como el sistema de creencias que, si no revisamos, cuestionamos y evaluamos, pueden llegar a infoxicarnos, provocar ansiedad y depresión, al no saber cómo digerir estas premisas, resolverlas y seguir adelante.


Ejemplos de esto hay muchísimos, y me gustaría compartirles mi experiencia personal, pues me estoy enfrentando a una batalla campal con un sin fin de premisas que he acumulado a lo largo de mi vida y adivinen qué... voy ganando la batalla.


Primera premisa, Encontrar el amor de tu vida.

Este es un tema que creí que iba a pasar a los 25 años, que iba a ser la situación más romántica del mundo, que me iba a casar y feliz para siempre. ¡Pues oh sorpresa!, esto en muchas ocasiones pasa solo en las películas de Disney, si encuentras el amor a los veinte, a los treinta o simplemente no lo encuentras, no pasa nada, no significa que seas buena o mala persona, simplemente es una situación que te está tocando diferente al resto. Tú vive, a lo mejor lo encuentras en el momento y lugar menos esperado.


Segunda premisa, Estabilidad económica.

Las historias de los abuelos, los papás y los medios de comunicación, nos han hecho creer que las personas de treinta y tantos, deberían tener una super solvencia económica, tener casa propia, dos autos, etc. al fin y al cabo estereotipos. Sin embargo, no debes olvidar que esto son simplemente premisas. Los tiempos han cambiado, ya no estamos en la era industrial en donde trabajabas por años hasta pensionarte en una empresa, ahora la dinámica laboral hace que esta estabilidad económica esté ligada a factores que no dependen de nosotros.


Tercera premisa, Estabilidad emocional.

Muchas personas únicamente ven la punta del iceberg, tienes un super trabajo “eres exitoso”, te va bien económicamente, “eres feliz”. Sin embargo, esto implica un enorme trabajo interior, conocerse, ir a terapia, vivir el momento. Los trastornos mentales son otras de las enfermedades del siglo XXI.


Estos ejemplos nos ayudan a visualizar cómo a lo largo de la vida vamos acumulando premisas, o retóricamente escribiendo nuestro libro en blanco. Sin embargo, al igual que los procesos editoriales, merecemos brindarnos un tiempo de lectura para las mismas, revisarlas y comprenderlas, para hacer nuestros balances, fluir y editar el libro de nuestra vida.


Lectores, detractores y amigos, hasta aquí mi reflexión, me despido enviándoles un cordial saludo y una invitación ¡Edítate!

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