Luis Bernardo Yepes Osorio
26 de may de 20223 min.
Actualizado: 12 de sep de 2023
Por: Luis Bernardo Yepes Osorio
Bibliotecario Colombiano
Mi madre me cuenta que desde muy niño mis hermanos podían tomar de mi plato los alimentos que les gustaba, pues poco me importaba, por el contrario, sonreía encantado, normalmente me daban su primer plato —que era la sopa, esa que les desagradaba—, como forma de pago. En la escuela si los chicos no se tomaban el chocolate que llevaba en mi pez de plástico, regresaba con más de la mitad, pues me había acostumbrado a regalarlo, eso me hacía feliz, y si ninguno de los compañeros me lo pedía —por alguna circunstancia— llegaba con el resto a casa para mis hermanos.
Lo que quiero decir es que para hacerme bibliotecario la he tenido fácil, se ha tratado de darle gusto a mi propia naturaleza, pues en términos generales la bibliotecología requiere de la generosidad —para algunas profesiones no es tan esencial, incluso a un puñado les conviene contar con funcionarios mezquinos—, pero también es justicia, lucha y conocimiento.
En relación con la justicia, tengo una madre irreverente que desde chico me mostró, con sus gestos y accionar, lo mucho que odia los actos injustos. Esas vivencias se han tatuado en mi alma y cuando tuve que escoger una profesión la memoria acudió en mi ayuda para que seleccionara una disciplina que me hiciera justiciero, pero no al estilo de un cowboy del oeste norteamericano, sino inspirado en bibliotecarios como José Vasconcelos.
El componente de la lucha me fascina, crecí en Medellín en un barrio de perdedores donde te podías quedar allí encerrado en una aldea de violencia y desolación hasta ser sepultado. Se pensaba que para salir de allí solo las armas eran la opción, pero yo tuve la fortuna de tener libros en lugar de pistolas. Los libros llegaron a mí en viajes a la ciudad de Bogotá donde mi padre me mostró su existencia —la de los libros— y traje conmigo historias que me hicieron inmune dentro de la aldea de desesperanza y balas, con mi cuerpo lector me pavoneé por sus calles y pude entrar y salir de allí sin siquiera sufrir un rasguño.
Partía para la universidad pública donde me estaba haciendo bibliotecario y regresaba a la aldea donde forjaba una piel ruda, como resultado de mi lucha contra la miseria.
La biblioteca pública fue el lugar que escogí, me encanta este fortín democrático donde se puede —con equipos interdisciplinarios—salvar del infortunio y la violencia a chicos atrapados en aldeas sin futuro. Para ello se requiere conocimiento, es decir estudiar más de lo que entrega la universidad, y leer literatura en abundancia para hacer de nuestra profesión la constante de dar de leer.
Yo lo he hecho y es así como la condición de lector me ha llevado al discernimiento requerido para conquistar a plenitud la bibliotecología, y para vivir mi cotidianidad laboral en bibliotecas con libros, suena extraño que lo exprese, pero la lucha es tenerla con libros pertinentes, las he visto sin ellos o en su obsolescencia y he sido infeliz y duro con estas.
Luis Bernardo Yepes Osorio. Colombia
No es un gánster, es un promotor de lectura y caperucitólogo que ama a caperucita roja. Defensor con escudo y espada de las bibliotecas públicas y populares, es un referente bibliotecario en España y América Latina especialmente en Colombia.
Bibliotecario de corazón, bibliotecólogo de profesión, profesor universitario, escritor de literatura para niños. Ha quedado en el corazón de quienes han sido sus estudiantes, compañeros de equipo, de viaje y de vida por su influencia para amar la lectura y las bibliotecas.
Bibliotecólogo egresado de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia; Especialista en Gestión Pública de la Escuela Superior de Administración Pública, ESAP. Master en Documentación en la línea de didáctica de la información de la Universidad Carlos III de Madrid, España. Fue coordinador del área de Fomento de la Lectura y director de Fomento de la Cultura de la caja de compensación familiar Comfenalco Antioquia.